ph: A.Kalikies


A Paulino Ortellado


Paulino toca la guitarra con la dignidad de quien respeta y es respetado.

Paulino es digno desde su gestualidad de guitarrista fiel hasta la calidad de un sonido entrañable.
Paulino usa las bordonas, es decir, su música está apoyada en un plano de graves, situándose en la antípoda de las estridencias, facilismos y frivolidades que son consecuencia de esa fórmula de moda en los escenarios de hoy: tocar rápido, fuerte y conocido. Lo grave, ya no como timbre sonoro, sino como expresión de las profundidades del alma, aparece en el toque de Paulino desde esas bordonas que nos van contando su vínculo de amor con una tierra pampeana que lo tiene entre sus más cabales intérpretes.
Paulino posee el sonido que no otorga ninguna academia y no reproduce ningún estudioso, a menos que impregne sus vivencias de las vivencias de sus mayores y curta sus manos en la tierra y el trabajo.
Paulino suena a criollo pampeano como Yupanqui y a guitarra contrapuntística como Eduardo Falú, recogiendo generosamente dos escuelas que solían excluirse mutuamente allá por los sesenta.
Paulino ha tocado más entre amigos que en escenarios y sabe que en esas rondas rituales se amasaron las páginas más bellas de un arte que trasciende al marketing y los fuegos de artificio.
Por eso anda por allí, tranquilo, matizando su carrera artística con uno que otro disco cada tanto y también por eso cada disco debe coleccionarse.
El gato más pícaro o la milonga más recoleta, suenan en la guitarra de Paulino Ortellado de un modo austero, nunca desbordante, genuino y revelado desde la sobriedad, atributo necesario y suficiente de todo arte cabal.

Juan Falú
(Agosto de 2001)


Los Esperamos!

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